AnÉcdotas acerca del vÓley criollo ( Ecuavoley )
1.- JUGAR “ARMADO Y EQUIPADO”
Dentro del lenguaje del vóley criollo, me ha llamado la atención haber escuchado alguna vez, la expresión “jugar armado y equipado”, que no es otra cosa, que dar ventaja por parte del colocador de un equipo, al conjunto rival. Ha transcurrido mucho tiempo desde cuando conocí de tal expresión y siempre que pregunté, me quedé a fojas cero, porque ninguna de las tantas personas que han servido en instituciones militares o policiales, me dieron explicación alguna.
En días pasados al haberme reunido en la ciudad de Quito con miembros de mi familia para festejar por el día de la madre, conversando con mis hermanos, uno de ellos, militar en retiro, me explicó lo siguiente: el jugar “armado y equipado” dentro de un cuartel significaba, jugar con uniforme de dotación, botas, cinturón con cananas y bayoneta y portar un fusil en la espalda en posición transversal, sostenido por su propia correa. Roberto, nos hizo conocer que en la década de los setenta, en el Destacamento de Nuevo Rocafuerte, en Yasuní, Provincia de Pastaza, había un soldado, el sargento Llory, quien daba ventaja a sus rivales, con esta desconocida modalidad de juego que se la practicaba exclusivamente en recintos militares. El Sgto. Llory siendo un excelente jugador de vóley, por no tener contendor, se permitía dar a sus rivales semejante ventaja. Habían apuestas, aunque eran muy bajas. Lo importante era jugar por el honor, el demostrar garra y técnica deportiva frente a sus rivales de turno. También conocimos respecto a la práctica de esta particular forma de jugar en el cuartel militar de Pasaje, en donde el “Curco” López, hacía lo mismo. En la actualidad según afirman, no se da, la práctica de esta modalidad de juego en el vóley criollo.
2.- CAZADORES CAZADOS.-
Al inicio de la década de los años setenta, según mi hermano Roberto, una vez graduado de subteniente fue dado el pase a la Provincia de El Oro y prestaba sus servicios, en el Batallón de Infantería, Tres Pichincha, Tres Cerritos. En esa época, sus hermanos Eduardo y Sergio habían ido a visitarle.
(i) Roberto, Eduardo y Sergio Carrera
En aquella unidad militar recuerda, habían jugadores que gustaban de la práctica vóley, entre ellos los mayores Sneider y Cuvi, y el capitán Fuertes. Al día siguiente de la llegada de los visitantes, los oficiales les invitaron para jugar un partido. Aceptado el reto, aunque las apuestas no eran muy elevadas, pero a la final, eran apuestas, se pagaban con vales según la costumbre del cuartel.
Cuando se inicia el juego, en la primera batida a uno de ellos, le quiebran las manos y los sonrientes oficiales les expresaban ¡Que lindos guambras! emitiendo una especie de broma tendiente a crear una situación cómica a propósito del juego con un cierto grado de picardía y de humor al considerarlos inexpertos en el juego. Continúan las acciones vuelven a batir, obtienen otro punto y nuevamente doblan las apuestas; cabe mencionar que los oficiales, se consideraban unos “gallazos” en esta actividad deportiva, pero desconocían, que Sergio fue campeón de volibol en el Colegio Mejía y que Eduardo era un destacado jugador de vóley criollo a nivel nacional.
A propósito para valorar de un buen volibolista intervienen varios factores: juventud, técnica, agilidad y la experiencia adquirida, jugando contra mejores jugadores; en el caso concreto, los oficiales por su edad no estaban en condiciones de jugarles de igual a igual y más aun de ganarles, por lo que en ese plano estaba desnivelada la balanza y por supuesto el resultado.
Los oficiales ganaron el primer set con un marcador de 15-0; lo cual se dio, porque en forma deliberada, sus rivales los habían estudiado y les permitieron alcanzar ese puntaje.
Al mismo tiempo durante el juego, Roberto el menos experto en estos menesteres, cuenta que sufría intensamente, porque en el supuesto de perder el partido, el sueldo no le alcanzaba para pagar la apuesta.
Al inicio del segundo set, los visitantes permiten que adelanten en el marcador, y aquí es necesario destacar el hecho de que se cae en el error de ponderar en forma exagerada la capacidad de un equipo y demeritar al otro, sin conocer sus potencialidades, de allí que por simple deducción, mientras los oficiales pasaban la pelota con simples voleas, el juego de los visitantes se apoyaba en la técnica y la agilidad que a la postre fueron factores decisivos para ganar el partido. En forma paulatina se adelantaron hasta terminar el segundo set, con un apretado marcador de 15-13. Pero los oficiales continuaban con el festejo, las bromas y el humor hacia sus invitados, al expresar ¡Así han de venir a visitarnos!
Cuando inician el tercer set otra vez se duplican las apuestas: los visitantes se dejan adelantar 7-0, luego les empatan 7-7 y terminan el partido ganando por 15-7; Cabe mencionar que los oficiales hicieron un cambio con el subteniente Vinueza, pero lamentablemente sólo, nada pudo hacer frente a la técnica de los estudiantes.
Finalizado el juego, la sonrisa y la alegría de los oficiales desapareció como por encanto, y más aun en la hora del almuerzo comentaban, que habían sido “asaltados”, porque perdieron el partido y las apuestas.
Mis hermanos recuerdan aquella oportunidad, porque ganaron suficiente dinero para realizar sus gastos e inclusive para ir a Huaquillas a realizar compras y llevar recuerdos para la casa.
Con esta anécdota, es factible aplicar aquel aforismo del “cazador cazado”, porque los oficiales estaban acostumbrados al “amarre” con los jóvenes oficiales recién graduados que llegaban a esa unidad militar y siendo inexpertos en la técnica del juego perdían las apuestas, pero en esa ocasión “se dieron con la piedra en los dientes”.
3.- EL GANAR UN JUEGO DE VOLEY, LES SALVO DE UNA NOCHE DE CASTIGO.
Nicolás Sandoval. Eduardo Carrera y Edgar Morejón cuando eran cadetes conformaban un poderoso equipo de vóley en la Escuela de Policía en el año 1969. Con motivo de las fiestas se habían organizado torneos deportivos con la presencia de equipos de futbol y vóley de cadetes del Colegio Militar Eloy Alfaro.
En voley el equipo militar su entrenador el capitán Eduardo Salgado “El Chagra”, quien además era un destacado equitador. Conformaban el equipo entre otros jugadores, el cadetes Luis Tapia un gran colocador y clavador en base su estatura, le acompañaban Carlos Albán y Alfredo Tamayo. Para el encuentro de vóley llegaron más de 150 cadetes militares y personal de tropa quienes llegaron con su respectiva banda de guerra para alentar a su equipo.
“El partido, fue lleno de emociones de principio a fin, porque habían colocadas de bola que parecían insalvables, que dieron lugar a que hayan voladas espectaculares en especial de Eduardo Carrera, que con un derroche de energías, agilidad y técnica y por supuesto tenían el objetivo de el afán de ganar el encuentro a favor de su respectiva institución”.
En aquella ocasión este encuentro deportivo, no apto para cardíacos, en la escuela de Policía sobresalían en especial Nicolás Sandoval y su volador Eduardo Carrera bien acompañados por Morejón se demostraron como un equipo aguerrido que realizaba jugadas extraordinarias llenas de técnica y agilidad para contrarrestar las clavadas de luis Tapia jugador de gran estatura que al impulsarse realizaba clavadas sobre la red las que estaban destinadas a tocar en el piso, lo que no sucedió porque al frente tenía un aguerrido equipo que contrarrestaba con voladas, estrategia y técnica para salir por la puerta grande.
El alboroto, el entusiasmo y el nerviosismo se hicieron presentes, aquel día, porque entre otros, los instructores de las dos instituciones, apostaron a sus respectivos equipos. una vez terminado el juego, vino el galardón y la alegría de ganar un reñido partido que alternaba el marcador de uno y otro equipo pero que a la final en el tercer set se inclinó, a favor de la Escuela de Policía que escribió una página brillante ante un rival lleno de pergaminos, logrando saborear la gloria del triunfo en la contienda deportiva de dos equipos que estuvieron integrados con jugadores que entregaron todo lo que pudieron en pro de sus respectivos colores por un marcador estrecho.
Eduardo Carrera comenta, que al lanzarse a defender una pelota sufrió una lesión en el brazo al realizar una volada espectacular, sin embargo continuó jugando. A su vez, ese mismo día, los equipos de futbol se enfrentaron y ganó el Colegio Militar.
En esta aparte es importante resaltar el hecho de que se ha sentado una tradición entre las instituciones uniformadas, porque en sus respectivas fiestas patronales han creado la costumbre de invitar a equipos de otras instituciones uniformadas, con la idea de que si no hay invitados la fiesta no es fiesta. Recuerdo sobre este particular los encuentros jugados por ejemplo en la FAE, en Azogues, en Cuenca, en la Shell, en Quito para citar unos pocos lugares en donde miembros de la Policía tuvimos que enfrentar deportivamente a jugadores militares: Ramiro Ricaurte, José Bayas, Eduardo Salgado, el “flaco” López, el “Piña” Romero, Telmo Sandoval, etc. quienes fueron rivales en la cancha, pero fuera de ella, buenos amigos por siempre, porque el deporte sirve para unir y sentar una eterna amistad.
A la noche a las 21:00 horas al pasar lista la compañía de cadetes en el Rancho san Vicente, los volibolistas fueron objeto de felicitación y les ordenaron fueran a su dormitorio mientras el resto de la compañía incluidos los futbolistas, como castigo tuvieron que trotar por dos horas, por haber perdido el partido de futbol. Son cosas que se daban en las instituciones uniformadas.
Dr. César Oswaldo Carrera Chinga.
General de Policìa (r). |
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